Es interesante este gráfico del Dr. Roy Spencer mostrando la
evolución de la temperatura global media en la atmósfera baja desde 1979, según
mediciones satelitales. En el mismo se muestra el promedio móvil de 13 meses
para la temperatura del mes de agosto. Y entre otras cosas, en ese gráfico se
aprecia que la temperatura del pasado mes de agosto no supera el valor de 1998,
pese al constante incremento del CO2 en la atmósfera terrestre. Inclusive se
aprecia un notable descenso de la temperatura global media. Se aprecia además
que el incremento medio de la temperatura desde 1979 fue de 0,13°C por década
desde a si se considera una tendencia lineal. Pero eso puede discutirse cuando
se observa que desde 1998 hasta al menos el año 2012 la media móvil de 13 meses
alcanzó varios años temperaturas por debajo del promedio. Para más información
ver el siguiente enlace, desde el que se comparte el gráfico: https://www.drroyspencer.com/2022/09/uah-global-temperature-update-for-august-2022-0-28-deg-c/
PARA MIS AMIGOS, DESDE UN EXTREMO DEL ARCO IRIS, MIS OPINIONES SOBRE TEMAS AMBIENTALES
sábado, 3 de septiembre de 2022
EVOLUCIÓN DE LA TEMPERATURA GLOBAL MEDIA EN LA ATMÓSFERA BAJA DESDE 1979, SEGÚN MEDICIONES SATELITALES.
viernes, 26 de agosto de 2022
DECLARACION MUNDIAL SOBRE EL CLIMA: "NO HAY EMERGENCIA CLIMÁTICA"
DECLARACION MUNDIAL SOBRE EL CLIMA: "NO HAY EMERGENCIA CLIMÁTICA"
Como puede apreciarse en este enlace: https://clintel.org/wp-content/uploads/2022/06/WCD-version-06272215121.pdf , más de mil científicos y profesionales de todo el mundo, encabezados por el premio Nobel de física noruego, profesor Ivar Giaever, declararon que “NO HAY EMERGENCIA CLIMÁTICA.” El documento fue suscrito por 1107 científicos y profesionales de 40 países del mundo, lo que lo convierte en una opinión de muchísimo peso sobre el tema.
Entre muchas cosas, el documento afirma que “… la ciencia climática
debería ser menos política, mientras que las políticas climáticas deberían ser
más científicas.” En ese sentido señala que los científicos deberían hacerse
cargo de las incertidumbres y exageraciones de sus predicciones sobre el
calentamiento global, y los políticos deberían considerar los costos reales y
los beneficios imaginados de sus medidas políticas (A propósito, viene bien
recordárselo a los políticos europeos que acaban de desencadenar una
catastrófica crisis energética continental, por pretender la ‘emisión cero’ de
CO2.)
El archivo geológico muestra las oscilaciones del clima terrestre
durante todo el pasado, a lo largo del cual existieron episodios fríos y
episodios cálidos. No sorprende que se esté experimentando un calentamiento
luego de que a mediados del siglo 19 finalizara la Pequeña Edad de Hielo. Y en
ese sentido el calentamiento ha sido mucho más lento y de menor magnitud de lo
que muestran las predicciones del IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio
Climático) en modelos matemáticos forzando el ron antropogénico.
Los modelos climáticos tienen muchas deficiencias y ni remotamente
pueden ser herramientas de la política. Creer en los resultados de los modelos actuales,
inmaduros es creer en lo que el creador del modelo puso en el mismo. Eso ha
conducido a que la ciencia del clima haya caído en una discusión basada en
creencias y no en argumentos científicos sólidos y autocríticos.
No solo exageran el efecto de los gases de invernadero, sino que ignoran
los cuantiosos beneficios de una atmósfera enriquecida en CO2. El CO2 es
esencial para la vida en la Tierra. El incremento de CO2 en la atmósfera incrementa
en crecimiento de biomasa en el planeta y aumenta el rendimiento de los cultivos
a nivel mundial.
Por otra parte no hay ningún indicio serio de que el calentamiento pueda
incrementar los desastres naturales haciéndolos más frecuentes e intensos. Por
el contrario hay amplia evidencia del costo y del daño aparejado con las
medidas de mitigación del CO2 en la atmósfera. La política climática debería
respetar las realidades científicas y económicas: No hay emergencia climática.
Por lo tanto, no hay motivo para el pánico y la alarma. Nos oponemos firmemente
a la política dañina y poco realista de CO2 neto cero propuesta para 2050. Se
debería optar por la adaptación en lugar de la mitigación; la adaptación
funciona sean cuales sean las causas. NUESTRO CONSEJO A LOS LÍDERES EUROPEOS ES
QUE: LA CIENCIA DEBE ESFORZARSE POR UNA COMPRENSIÓN SIGNIFICATIVAMENTE MEJOR
DEL SISTEMA CLIMÁTICO, MIENTRAS QUE LA POLÍTICA DEBE CENTRARSE EN MINIMIZAR EL
DAÑO CLIMÁTICO POTENCIAL DANDO PRIORIDAD A LAS ESTRATEGIAS DE ADAPTACIÓN
BASADAS EN TECNOLOGÍAS COMPROBADAS Y ASEQUIBLES.
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En la fotografía que acompaña este documento se aprecia la extrema delgadez de la atmosfera terrestre, en comparación con el diámetro de la Tierra. En esa delgada ‘línea’ celeste cuyo espesor es unas cien veces menor que el radio terrestre, se desarrollan todos los procesos ambientales, incluyendo los procesos biológicos. En ella se cumple una de las partes fundamentales del ciclo hidrológico, que es la de acumular el vapor de agua procedente en su mayor parte de la evaporación a partir de los océanos, y transportarlo en las nubes hacia los continentes. Sobre los continentes, las precipitaciones líquidas y sólidas generadas a partir de esas nubes, alimentarán todos los procesos de meteorización biogeoquímica y los procesos erosivos vinculados al agua circulante. Las oscilaciones de la temperatura de largo plazo, las oscilaciones en el contenido de humedad y las oscilaciones en la circulación de las masas de aire de esa delgadísima cobertura, constituyen lo que llamamos “clima.”
Fotografía del astronauta Terry
Virts tomada desde la Estación Espacial Internacional y compartida a través de
NASA - National Aeronautics and Space Administration: https://www.facebook.com/NASA?fref=photo https://www.facebook.com/NASA/photos/a.67899501771.69169.54971236771/10152872994016772/?type=1&theater
miércoles, 10 de agosto de 2022
“SÍ, HAY CAMBIO CLIMÁTICO,… PERO NO ES CAUSADO POR EL HOMBRE, SINO POR LA NATURALEZA.”
GRANDES CIENTÍFICOS ITALIANOS SUELTAN UNA BOMBA SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO: “Sí, hay cambio climático,… pero no es causado por el hombre, sino por la naturaleza.” (ElManifiesto.com - 03 de agosto de 2022: https://elmanifiesto.com/naturaleza/953061889/Grandes-cientificos-italianos-sueltan-una-bomba-sobre-el-cambio-climatico.html.)
Los abajo firmantes, ciudadanos y científicos, instamos encarecidamente a los responsables políticos a que adopten políticas de protección medioambiental compatibles con los conocimientos científicos. En particular, existe una urgente necesidad de combatir la contaminación donde ocurra, como lo indicas las prueba científicas. En este sentido, es de lamentar que los conocimientos disponibles en el mundo de la investigación se estén utilizando demasiado tarde para reducir las emisiones antropogénicas de contaminantes que están generalizadas en los sistemas medioambientales tanto continentales como marinos.
Sin embargo, uno debe ser consciente de que el
dióxido de carbono, en sí, no es un contaminante. Por el contrario, es
indispensable para la vida en nuestro planeta.
En las últimas décadas, se han formulado hipótesis de que el
calentamiento global de la superficie de la Tierra de aproximadamente 0,9 ° C,
observado desde 1850, es anormal y se debe a actividades humanas, en particular
a las emisiones de CO2 procedentes del uso de combustibles
fósiles.
Esta es la tesis del calentamiento global antropogénico promovida por el
Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas
(PICC), cuyas consecuencias serían cambios ambientales tan graves que harían
temer que se produzca un daño enorme en un futuro próximo, a menos que se
adopten de inmediato medidas drásticas y muy costosas. Muchas naciones de
todo el mundo se han unido a programas para reducir las emisiones de dióxido de
carbono, y una propaganda cada vez más virulenta invita a adoptar programas
cada vez más exigentes cuya implementación, muy costosa para las economías de
estos Estados, sería necesaria, según se pretende, para controlar el clima y
“salvar” el planeta.
Sin embargo, el origen antropogénico del
calentamiento global es una conjetura no probada, deducida únicamente de
ciertos modelos climáticos, es decir, de programas informáticos complejos,
llamados modelos de circulación general.
Por el contrario, la literatura científica ha destacado la existencia de
una variabilidad climática natural que los modelos no pueden reproducir,
variabilidad natural cada vez mejor verificada.
Esta variabilidad natural representa una parte significativa del
calentamiento global observado desde 1850.
La responsabilidad antropogénica del cambio
climático observado en el último siglo es, por lo tanto, excesivamente
exagerada y los pronósticos catastróficos no son realistas.
El clima es el sistema más complejo de nuestro planeta, por lo que
debemos abordarlo con métodos apropiados que se adapten a su nivel de
complejidad. Los modelos de simulación del clima no reproducen
la variabilidad natural del clima y, en particular, no reconstituyen los
períodos cálidos de los últimos 10,000 años. Estos se han repetido cada mil años:
existe el período cálido medieval, bien conocido, el período cálido romano y,
en general, los grandes períodos cálidos durante el Holoceno Óptimo [hace 8.000
años].
Estos períodos del pasado fueron más cálidos que el actual, aunque la
concentración de CO2 fue más baja que la actual; están vinculados a
los ciclos milenarios de la actividad solar. Estos efectos no son reproducidos
por los modelos.
Recuérdese que el calentamiento observado desde
1900 hasta la actualidad comenzó, de hecho, en 1700, es decir, en el punto
menor de la Pequeña Edad de Hielo, que es el período más frío de los últimos
10.000 años, y corresponde a un mínimo milenario de actividad solar que los
astrofísicos llaman mínimo solar de Maunder. Desde entonces,
la actividad solar, siguiendo su ciclo milenario, ha aumentado y calentado la
superficie de la Tierra.
Además, los modelos no logran reproducir las oscilaciones climáticas
bien conocidas de periodo de unos 60 años. Estas fueron responsables de un
período de calentamiento (1850-1880) seguido de uno de enfriamiento
(1880-1910), y posteriormente de un período de calentamiento (1910-1940), un
período de enfriamiento (1940-70) y de un nuevo período de calentamiento
(1970-2000) similar al observado hace 60 años.
Los años siguientes (2000-2019) no vieron el aumento predicho por los
modelos, de aproximadamente 0.2 C por década, sino una clara estabilidad
climática interrumpida esporádicamente por las rápidas oscilaciones naturales
del Océano Pacífico ecuatorial, denominadas El Niño Southern Oscillation
(ENOS), como la que provocó el calentamiento temporal en 2015 y 2016.
Los medios de comunicación también dicen que los eventos extremos, como
los huracanes y los ciclones, han aumentado de manera alarmante. ¡No! Estos
eventos, como muchos sistemas climáticos, están modulados por el ciclo de 60
años que se acaba de mencionar. Veamos, por ejemplo, los datos oficiales desde
1880 sobre los ciclones tropicales del Atlántico que afectaron a América del
Norte: muestran una fuerte oscilación de 60 años, correlacionada con la
oscilación térmica del Océano Atlántico llamada Atlantic Multi-decadal
Oscillation (AMO). Los picos observados durante diez años son comparables para
los años 1880-90, 1940-50 y 1995-2005. De 2005 a 2015, el número de ciclones
disminuyó, siguiendo el ciclo anteriormente mencionado.
Por lo tanto, durante el período 1880-2015, no hay correlación entre el
número de ciclones, que oscila, y el CO2 que aumenta monótonamente.
El sistema climático aún no es suficientemente comprendido. Si bien
es cierto que el CO2 es un gas de efecto invernadero, la
sensibilidad del clima a su aumento en la atmósfera es, según el propio IPCC,
todavía extremadamente incierta. Se dice que una duplicación de la
concentración atmosférica de CO2 de aproximadamente 300 ppm antes
de la era industrial a 600 ppm, podría elevar la temperatura media del planeta
entre un mínimo de 1 C y un máximo de 5° C.
Esta incertidumbre es enorme. Sin embargo, muchos estudios recientes
basados en datos experimentales estiman que la sensibilidad del clima al CO2
es significativamente más baja que la estimada por los modelos del IPCC.
Así pues, es científicamente irrealista atribuirle
al hombre la responsabilidad del calentamiento observado desde 1900 hasta la
actualidad. Las predicciones alarmistas por lo tanto no son creíbles, ya que se
basan en modelos cuyos resultados están en contradicción con los datos
observados.
Hay motivos para creer que estos modelos sobrestiman la contribución
antropogénica y subestiman la variabilidad climática natural, especialmente la
inducida por el sol, la luna y las oscilaciones oceánicas.
Finalmente, los medios de comunicación difundieron el mensaje de que
habría un consenso casi unánime entre los científicos sobre la causa
antropogénica del cambio climático actual y que, por lo tanto, el debate
científico estaría cerrado. Sin embargo, debemos ser conscientes, en primer
lugar, de que el método científico requiere que sean los hechos, y no el número
de creyentes los que hagan de una conjetura una teoría científica consolidada.
Sea como sea, incluso este supuesto consenso no existe. Las opiniones de
especialistas (climatólogos, meteorólogos, geólogos, geofísicos, astrofísicos)
son muy variables y muchos de ellos reconocen la importancia de la contribución
natural al calentamiento global observado desde el período preindustrial, e
incluso al calentamiento del período que va de la posguerra hasta hoy.
También ha habido peticiones firmadas por miles de científicos en las
que se ha expresado su desacuerdo con la hipótesis del calentamiento global
antropogénico. Cabe destacar la lanzada en 2007 por el físico F. Seitz,
expresidente de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, y la
lanzada por el Panel Internacional No Gubernamental sobre el Cambio Climático
(NIPCC), cuyo informe de 2009 concluye que “la naturaleza, y no la
actividad humana, gobierna el clima”.
En conclusión, dada la importancia crucial de los
combustibles fósiles para el suministro energético de la humanidad, sugerimos
que nos neguemos a adherirnos a las políticas para reducir las emisiones
atmosféricas de dióxido de carbono bajo el ilusorio pretexto de gobernar el
mundo climático.
COMITÉ DE LANZAMIENTO
1. Uberto Crescenti, profesor emérito de geología aplicada, Università G. D'Annunzio, Chieti-Pescara, ex Rectore magnifique et Président de la Société italienne de géologie.
2.
Giuliano Panza, profesor de sismología de la
Universidad de Trieste, académico de Lincei y de la Academia Nacional de
Ciencias, conocido como el XL, Premio Internacional 2018 de la Unión Americana
de Geofísica.
3.
Alberto Prestininzi,profesor de
geología aplicada, Universidad de La Sapienza, Roma, ex editor científico jefe
de la Revista Internacional IJEGE y director del Centro de Investigación sobre
Predicción y Control de Riesgos Geológicos.
4.
Franco Prodi, profesor de física atmosférica,
Universidad de Ferrara.
5.
Franco Battaglia, profesor de química física,
Universidad de Módena; Movimento Galileo 2001.
6.
Mario Giaccio,profesor de tecnología y economía de
las fuentes de energía, Universidad G. D'Annunzio, Chieti-Pescara, ex decano de
la Facultad de Economía.
7.
Enrico Miccadei, profesor de Geografía, Física y
Geomorfología, Universidad G. D'Annunzio, Chieti-Pescara.
8.
Nicola Scafetta, profesora de física atmosférica y
oceanografía, Universidad Frederico II de Nápoles
FIRMAS:
1. Antonino Zichichi, profesor emérito de Física, Universidad de Bolonia, fundador y presidente del Centro Ettore Majorana para la Cultura Científica en Erice.
2.
Renato Angelo Ricci, profesor emérito
de física de la Universidad de Padua, ex presidente de la Sociedad Italiana de
Física y de la Sociedad Europea de Física; Movimiento Galileo 2001.
3.
Aurelio Misiti, profesor de Salud-Ingeniería
Ambiental, Universidad La Sapienza, Roma.
4.
Antonio Brambati, profesor de sedimentología,
Universidad de Trieste, director del proyecto Paleoclima-mare de PNRA, ex
presidente de la Comisión Nacional de Oceanografía.
5.
Cesare Barbieri, Profesor Emérito de Astronomía, Universidad
de Padua.
6.
Sergio Bartalucci, Físico, Presidente de la Asociación Científica y Tecnológica de
Ricerca Italiana.
7.
Antonio Bianchini, profesor de astronomía, Universidad
de Padua.
8.
Paolo Bonifazi, ex director del Instituto
Interplanetario de Física Espacial, Instituto Nacional de Astrofísica.
9.
Francesca Bozzano, profesora de Geología Aplicada,
Universidad Sapienza de Roma, Directora del Centro de Investigación CERI.
10. Marcello Buccolini,
profesor de geomorfología, Universidad de G. D'Annunzio, Chieti-Pescara.
11. Paolo Budetta, profesor de geología
aplicada, Universidad de Nápoles.
12. Monia Calista, Investigadora en
Geología Aplicada, Universidad G. D'Annunzio, Chieti-Pescara.
13. Giovanni Carboni, profesor de física,
Universidad Tor Vergata, Roma; Movimiento Galileo 2001.
14. Franco Casali, profesor de
física, Universidad de Bolonia y Academia de Ciencias de Bolonia.
15. Giuliano Ceradelli, ingeniero y
climatólogo, ALDAI.
16. Domenico Corradini,
profesor de geología histórica, Universidad de Módena.
17. Fulvio Crisciani, profesor de
dinámica de fluidos geofísicos, Universidad de Trieste e Instituto de Ciencias
Marinas, CNR, Trieste.
18. Carlo Esposito, Profesor de
Teledetección, Universidad La Sapienza, Roma.
19. Mario Floris, profesor de
Teledetección, Universidad de Padua.
20. Gianni Fochi, químico, Scuola
Normale Superiore de Pisa; periodista científico.
21. Mario Gaeta, profesor de
volcanología, Universidad de La Sapienza, Roma.
22. Giuseppe Gambolati,
miembro de la American Geophysica Union, profesor de métodos numéricos,
Universidad de Padua.
23. Rinaldo Genevois, profesor de
geología aplicada, Universidad de Padua.
24. Carlo Lombardi, profesor de Plantas
Nucleares, Politécnica de Milán.
25. Luigi Marino,
Geólogo, Centro de Investigación de Control y Predicción de Riesgos Geológicos,
Universidad La Sapienza, Roma.
26. Salvatore Martino, profesor de
Microzonación Sísmica, Universidad La Sapienza, Roma.
27. Paolo Mazzanti, profesor de
interferometría satelital, Universidad de La Sapienza, Roma.
28. Adriano Mazzarella,
profesor de meteorología y climatología, Universidad de Nápoles.
29. Carlo Merli, profesor de
Tecnologías Ambientales, Universidad La Sapienza, Roma.
30. Alberto Mirandola, profesor de
Energética Aplicada y presidente del Doctorado en Energética de la Universidad
de Padua.
31. Renzo Mosetti, profesor de
oceanografía, Universidad de Trieste, ex director del Departamento de
Oceanografía, Istituto OGS, Trieste.
32. Daniela Novembre, investigadora en
Geo-recursos mineros y aplicaciones mineralógicas y petrográficas, Universidad
G. D'Annunzio, Chieti-Pescara.
33. Sergio Ortolani, profesor de
Astronomía y Astrofísica, Universidad de Padua.
34. Antonio Pasculli, Investigador de
Geología Aplicada, Universidad G. D'Annunzio, Chieti-Pescara.
35. Ernesto Pedrocchi, Profesor Emérito
de Energía, Politécnico de Milán.
36. Tommaso Piacentini, profesor de
Geografía Física y Geomorfología, Universidad G. D'Annunzio, Chieti-Pescara.
37. Guido Possa, ingeniero
nuclear, ex viceministro Miur.
38. Mario Luigi
Rainone, profesor de geología aplicada, Universidad de Chieti-Pescara.
39. Francesca Quercia, geóloga,
directora de investigación, Ispra.
40. Giancarlo Ruocco, profesor de
Estructura de la Materia, Universidad La Sapienza, Roma.
41. Sergio Rusi, profesor de
hidrogeología, Universidad G. D'Annunzio, Chieti-Pescara.
42. Massimo Salleolini, profesor de
hidrogeología aplicada e hidrología ambiental, Universidad de Siena.
43. Emanuele Scalcione,
Jefe del Servicio Regional de Agrometeorología de Alsia, Basilicata.
44. Nicola Sciarra, profesora de
geología aplicada, Universidad G. D'Annunzio, Chieti-Pescara.
45. Leonello Serva, geólogo, director
de servicios geológicos de Italia; Movimiento Galileo 2001.
46. Luigi Stedile, geólogo, Centro
de Investigación de Control y Control de Riesgos Geológicos, Universidad de La
Sapienza, Roma.
47. Giorgio Trenta, físico y médico,
presidente emérito de la Asociación Italiana de Protección de Radiación
Médica; Movimiento Galileo 2001.
48. Gianluca Valenzise, Directora de
Investigación, Instituto Nacional de Geofísica y Volcanología, Roma.
49. Corrado Venturini, profesor de
geología estructural, Universidad de Bolonia.
50. Franco Zavatti, investigador de
astronomía, Universidad de Bolonia.
51. Achille Balduzzi, geólogo,
Agip-Eni.
52. Claudio Borri, profesor de
ciencias de la construcción, Universidad de Florencia, coordinador del
Doctorado Internacional en Ingeniería Civil.
53. Pino Cippitelli, geólogo, Agip-Eni.
54. Franco Di Cesare, Ejecutivo,
Agip-Eni.
55. Serena Doria, Investigadora de
Probabilidad y Estadística Matemática, Universidad G. D'Annunzio,
Chieti-Pescara.
56. Enzo Siviero, profesor de
Ponti, Universidad de Venecia, Rector de la Universidad e-Campus.
57. Pietro Agostini, Ingeniero,
Asociación de Científicos y Tecnolgi para la Investigación Italiana.
58. Donato Barone, ingeniero.
59. Roberto Bonucchi, maestro.
60. Gianfranco Brignoli, geólogo.
61. Alessandro
Chiaudani, Doctor en Agricultura, Universidad G. D'Annunzio, Chieti-Pescara.
62. Antonio Clemente, Investigador en
Planificación Urbana, Universidad G. D'Annunzio, Chieti-Pescara.
63. Luigi Fressoia, arquitecto urbano,
Perugia.
64. Sabino Gallo, ingeniero
nuclear.
65. Daniela Giannessi, primera
investigadora, Ipcf-Cnr, Pisa.
66. Roberto Grassi, ingeniero,
director de G&G, Roma.
67. Alberto Lagi, Ingeniero,
Presidente de Restauración de Plantas Complejas Dañadas.
68. Luciano Lepori, investigador del
Ipcf-Cnr, Pisa.
69. Roberto Madrigali, Metereologo.
70. Ludovica Manusardi, física nuclear y
periodista científica, Ugis.
71. Maria Massullo, Tecnologia,
Enea-Casaccia, Roma.
72. Enrico Matteoli, Primer
Investigador, Ipcf-Cnr, Pisa.
73. Gabriella Mincione, profesora de
ciencias y técnicas de medicina de laboratorio, Universidad G. D'Annunzio,
Chieti-Pescara.
74. Massimo Pallotta, primer tecnólogo,
Instituto Nacional de Física Nuclear.
75. Enzo Pennetta, profesor de
ciencias naturales y divulgador científico.
76. Nunzia Radatti, química, Sogin.
77. Vincenzo Romanello, Ingeniero
Nuclear, Centro de Investigación, Rez, República Checa.
78. Alberto Rota, ingeniero,
investigador en Cise y Enel.
79. Massimo Sepielli,
Director de Investigación, Enea, Roma.
80. Ugo Spezia, Ingeniero,
Gerente de Seguridad Industrial, Sogin; Movimiento Galileo 2001.
81. Emilio Stefani, profesor de
fitopatología, Universidad de Módena.
82. Umberto Tirelli, científico superior visitante, Istituto Tumori d'Aviano; Movimiento Galileo 2001.
83. Roberto Vacca, ingeniero y escritor científico.